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NATURALEZA Y SER HUMANO

Patrimonio etnográfico de la Sierra del Rincón

El Testimonio de Resti:

Hoz para la siega, propiedad de Resti. © José Manuel Vallejo

“Hemos trabajado duro, es la única forma de conseguir algo en la vida. Ahora, han abusado del analfabetismo que había, eso también hay que decirlo… abusar, han abusado”. Así terminaba nuestra conversación, el 13 de julio de 2017 en su casa de Madarcos. Habíamos estado hablando durante toda la mañana con él y otros mayores. Veníamos buscando el remanente de una forma de vida que se había perdido entre los bloques de pisos de las periferias de las ciudades industriales en los años 60.

“¿Y cuentos?, ¿qué cuentos les contaban cuando eran niños?" Formábamos un semicírculo alrededor de un grupo de cinco mayores, 4 mujeres y un hombre, en la moderna sala polivalente del Ayuntamiento de Madarcos. Les estábamos preguntando por su pasado, en busca de datos sobre la vida antes del éxodo rural y sobre la Guerra Civil en la zona. “¡Cuentos, qué cuentos!, a segar y con las ovejas”; hubo carcajada general por parte de los entrevistados. Toda una pérdida de la inocencia. La conversación continuó en ese tono ácido, didáctico, completamente natural; hay veces que uno aprende de carrerilla, “a fuerza de hostias”, empleando palabras de Resti. Las respuestas oscilaban entre el crudo relato del hambre que pasaron en la posguerra y la sincera alegría, cuando salía a colación algún recuerdo feliz: “había un colegio de señoritas ahí abajo y organizaban bailes, ¡Se nos ponían las orejas así!”, dijo mientras soltaba una risotada y se llevaba las manos a las orejas, apoyándose en el gesto para dar énfasis a su relato.

 

En ninguna de las historias hubo un ápice de lamento o resentimiento hacia nada o nadie, “las cosas eran así”. En casi ningún momento dejaron de reírse; Resti contó que, unos Reyes, su padre le había escondido 5 duros en un huequecito que había excavado, debajo de una verja. “¡Cinco duros, si luego los tenía que pedir prestados!”. En ese momento no nos detuvimos a pensar cómo se devolvía el dinero cuando no se tenía nada, Resti me lo contó luego: “Yo he trabajado por la merienda, iba con mi morral, me la echaban y me iba con las ovejas”. Devolvían el dinero con sudor, segando (con hoz y guadaña) campos que no les pertenecían o pastoreando ovejas que no eran suyas; la historia oficial llama a esto El Desarrollismo, la Revolución del 600.

Resti emigró a la ciudad, a Madrid “con una mano delante y otra detrás”, pues quedarse en el pueblo era fracasar, dejarse la vida y los riñones en una parcela ingrata. La ciudad prometía una vida mejor; ahí al menos no se trabajaba de sol a sol para cenar unas sopas de leche y agua. Empezó a trabajar de soldador; está orgulloso, y con razón, de haber salido de la escuela sin saber dividir y haberse jubilado al mando de cuadrillas de 50 o 60 obreros. En Madrid conoció a su mujer Marci. Nos la presentó en su casa de Madarcos, tras enseñarnos su taller de bastones. Uno podía sentir el respeto y el cariño que se tienen mutuamente, supongo que unos sentimientos tan intensos son fruto de años de compartir sinsabores, y de ver reconocido su esfuerzo con una tranquila posición en el pueblo de su infancia. Marci dijo “Es muy trabajador, y no bebe, eso es verdad”.

Resti es un jubilado. Trabajó muy duro desde niño en el campo, de pastor. Ya de adulto siguió aplicando la única fórmula que conocía para salir adelante, trabajar muy duro. Resti tiene su Historia de España, en ella, la Postguerra es hambre, pobreza, y un padre mal fusilado por los salvadores de la patria. Esta historia de España es positivista, se trabaja y se progresa; sin olvidar las pésimas condiciones laborales de los obreros que levantaron, mal o bien, un país. Nos contó, con su retranca castellana, que partió el carnet de CC.OO en las narices de un compañero cuando le dijeron que no podía pedir nada, que no llevaba un año de afiliado. Supongo que es difícil entender que no te mereces algo cuando por trabajar perdiste tu infancia.

Esta Historia vivida no tiene héroes ni villanos, sólo un mal recuerdo. Aún le duele que se burlaran de que él y otros como él fuesen a los bailes sin chaqueta.

Esta historia es una historia más, de las millones que hay en este país, ni la mejor ni la peor. Recuperarlas no sólo nos aporta un conocimiento histórico inexistente en los textos, nos da una idea de lo que es dignidad, una dignidad inmensa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Recogiendo canciones en Horcajo y Madarcos

La jota castellana es un género musical tradicional propio de las regiones que conformaban la Castilla histórica (Castilla y León, Castilla La Mancha, Madrid y la Rioja). Tiene un ritmo de ¾ y se acompañaba de distintos instrumentos como guitarras, dulzainas y castañuelas. Las jotas pueden versar sobre distintas temáticas, y acompañar a eventos diversos, como una boda o la siega.

En la Sierra del Rincón la música tradicional se apoyaba de guitarra, almirez y botella, así como de dulzainas, conocidas en esta zona como gaitas. Es necesario señalar que muchas de las canciones llegadas hasta nuestros días no son en absoluto originarias de esta zona, siendo resultado de la labor de adoctrinamiento de instituciones como la Sección Femenina de Falange. Durante los talleres de Historia Oral, llevados a cabo los días 12 y 13 de junio de 2017, recogimos algunas canciones en los pueblos de la Sierra del Rincón. En este apartado las compartimos con vosotros.

JOTA DE BODA (Cristina, Horcajo, 76 años)

Qué bonita está la sierra con el tomillo Florido,

más bonita la novia al lado de su marido

Más bonita va la novia, al brazo de su marido.

Crezca su honor de los mozos y mozas

Crezca el honor de tíos y padrinos

El novio le dio a la novia, un anillo de oro fino

Y ella le dio su palabra que le vale más que el anillo.

FRAGMENTO DE JOTA (Cristina, Horcajo, 76 años)

Vámonos a la cama, Vámonos a dormir

 Tú llevarás la manta, morena mía,

y yo el candil.

 

LA FAROLA DEL MAR (Keta, Madarcos)

 

Esta noche no alumbra

La farola del mar,

Esta noche no alumbra

Porque no tiene gas.

 

Porque no tiene gas

Porque no tiene gas,

Esta noche no alumbra

La farola del mar.

 

Tus ojos morena

Me matan a mí,

Y yo sin tus ojos

No puedo vivir.

 

No puedo vivir

No puedo vivir,

Tus ojos morena

Me matan a mí.

 

 

FRAGMENTO DE JOTA (Narciso, Horcajuelo de la Sierra, 87 años)

Espiga que no da trigo, espiga que no da trigo,

Abeja que no da miel, abeja que no da miel,

Mujer que no da cariño, no debieran de nacer.

FRAGMENTO DE VILLANCICOS PICANTES, VERSIÓN DE LA MARIMORENA

Debajo del delantal,

Tienes un pozo muy hondo,

Donde se cayó mi hermano,

Con las alforjas al hombro.

 

Las mozas de mi pueblo,

Han cogido la costumbre,

De rascarse las narices,

Con el gancho de la lumbre.

 

Debajo del delantal,

Tienes un bicho que muerde,

Yo tengo

una lagartija,

Que con tu bicho se atreve.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Caldero tradicional. © José Manuel Vallejo

Garrota de madera hecha a mano por Resti. © José Manuel Vallejo

Recogiendo las memorias de Keta. © Ángel Mora

El Concejo Abierto

Concejo Abierto es una forma de gobierno municipal basada en la asamblea. En ellas los vecinos deciden mediante votación a mano alzada sobre aspectos como el presupuesto municipal o la elección de alcalde. Por ley, esta asamblea se debe reunir una vez cada 3 meses, sin embargo, en Madarcos los vecinos se juntan una vez al mes. De esta forma las asambleas duran menos y se pueden solucionar conflictos entre vecinos rápidamente.

Las decisiones se toman por mayoría simple, siempre que exista quorum. Así mismo, se intenta alcanzar el máximo consenso posible mediante reuniones informales, a fin de evitar una votación que pudiesen dividir a los vecinos.

La tradición del Concejo Abierto se ha visto enriquecida por la experiencia dentro de los movimientos sociales de algunos nuevos vecinos, que, así mismo, aseguran haber aprendido nuevos valores gracias a este sistema.

El Concejo Abierto no es la única tradición relacionada con el valor de la comunidad existente en Madarcos. Una vez al año los vecinos arreglan la reguera municipal. En el pasado, los cuidados de la porcada municipal se repartían proporcionalmente (un día de trabajo por cada cerdo en propiedad) entre los vecinos.

El mayor tesoro de Madarcos no se puede tocar ni poseer, pues es esta centenaria tradición de trabajo colectivo y democracia directa, la base de la convivencia en Madarcos.

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